Ayer asistí, entre incrédulo y perplejo, a la graduación de los alumnos de Derecho de la UM. Aún estoy alucinado.
No se graduaron en el Paraninfo de la Universidad, pese a que la Facultad de Derecho es el "eje" alrededor del cual giran todas las Facultades del campus "de letras". Tampoco se fueron al Auditorio Municipal (como ha hecho Enfermería alguna que otra vez), ni al moderno y amplio salón de actos de Económicas (donde se ha llegado a celebrar la Apertura del Curso académico). No. Se fueron al salón de un mesón de alto standing... como lo lees.
El acto estaba programado para las 17.30h pero el padrino, lejos de llegar puntual, se dejó caer a eso de las 18.30h porque "creía que era a las 19.00h, así que me he echado una siesta". Con un par. Pero vayamos al acto en sí.
La madrina, monótona en grado superlativo, tuvo la mejor intervención: 10-15 minutos en los cuales repasó la relación de 5 años con la promoción que se graduaba. Muy correcta, muy oportuna en una época en la que la relación universitario-profesorado deja mucho que desear.
El padrino, que se jubilaba, nos regaló los oídos durante casi media hora con una perorata insoportable, de la cual destacaré tres cosas. La primera: sólo tuvo palabras para sus "enchufados", nombrando nominalmente a doce o trece de los sesentaitantos alumnos que se graduaban (con el consiguiente malestar para los no citados y sus familiares); que digo yo que si nombras a tres o cuatro, quedas como dios y nadie se molesta (a mi me nombraron un par de veces en mi graduación y nadie se molestó porque es algo "comprensible": si has estado trabajando con los profesores o has estado implicado en al Junta de Facultad, es lógico que te conozcan más que a otros estudiantes); pero si nombras a un 20% de los alumnos y encima tienes el cuajo de decir: "a los demás no los cito", pues... quedas como un marrano. La segunda: dejó bien claro que él es un "independiente" (eso es bueno en un jurista pese a que éste en concreto sea un estómago agradecido) pero lo hizo a costa de politizar su intervención y de criticar a todo bicho viviente , salvo a sus "amigos, los alumnos" (eso sí: sólo sus enchufados; los demás, caca). Por último, dejó bien claro que es un hombre excelso y un profesor ecuánime: "ante la duda, apruebo al alumno porque ya se encargará la vida de suspenderlo. Sólo suspendo a quien se lo merece". Y esto lo firma un profesor que suspende a más del 60% de los alumnos de los cursos superiores de Derecho (que son "los mejores" de la titulación, los que de verdad "valen"). Este "ser" es el mismo docente que le dijo a una familiar mía que la suspendía porque "como tienes una minusvalía y te sale gratis la matrícula, tampoco es cosa grave". Así de ecuánime y excelso es este individuo. Vomitivo.
Del "Rector Magnífico" no diré nada por no decirlo todo. Él sólo se sobra y se basta para dilapidar con sus intervenciones toda la credibilidad y el respeto que la Universidad le profesaba en la anterior "legislatura". A mi me sabe mal que la Universidad esté tan hecha polvo como para que sólo hubiera una candidatura, la suya, y que ganara con la menor participación de todas las elecciones universitarias celebradas desde que entré a la UM, allá por 2002. Y me revienta que incumpla sus promesas electorales tan sólo un par de meses después de ser reelegido. Moralmente, ya no está legitimado aunque legalmente lo esté. Sólo un apunte de su intervención: dejó bien claro que a otras graduaciones no asiste, delega esta responsabilidad en otros (que aún hay carreras y "CARRERAS", hombreporfavor), pero a la de Derecho sí había acudido porque al padrino le debía mucho: "gracias a él entré a dar clase a la Facultad, él me llamó. Luego, si soy catedrático, también es gracias a él y, si soy Rector, también le debo algo". ¡Bien dicho, coño! ¡Si no fuera por los padrinos, jamás medraríamos en la vida! (sic). Por cierto, tras estas frases, imaginaos las caras de los asistentes cuando el máximo representante de la UM dijo que sólo cree en tres cosas: "trabajo, trabajo y trabajo". Lo dicho: olé por nuestros representantes.
Del discurso de los alumnos, proferido en plan gracioso -bebiendo de grandes clásicos como Muchachada Nui y los anuncios de Mixta-, sólo destacaré una de las falacias universales del buen estudiante universitario: a estas alturas de la película -estudiando en una de las Facultades de Derecho más exigentes y con mayor prestigio científico y académico de España, y en la que sólo se licenciarán este año unos 15 de los 65 graduados (nota: a 1º entraron unos 300)-, no cuela ni por asomo la jocosa idea de que pidan los apuntes para empezar a estudiar tres días antes del examen y que, aún así, apruebes y vayas a curso por año. En serio, no cuela. Si hay una Facultad de empollones, esa es la de Derecho (con permiso de la Facultad de Medicina, claro).
Así fue la cosa. Casi dos horas de insufrible ceremonia protocolaria para una de las titulaciones más importantes de la Universidad, que tuvo la extravagante idea de desligarse del escenario académico que le corresponde por historia y por derecho e irse a donde cristo perdió las alpargatas; todo ello para vestirse de boda y aburrir hasta al más estoico defensor de los actos oficiales universitarios. Osease, yo.
Buen fin de semana tengan vuesas señorías.
No se graduaron en el Paraninfo de la Universidad, pese a que la Facultad de Derecho es el "eje" alrededor del cual giran todas las Facultades del campus "de letras". Tampoco se fueron al Auditorio Municipal (como ha hecho Enfermería alguna que otra vez), ni al moderno y amplio salón de actos de Económicas (donde se ha llegado a celebrar la Apertura del Curso académico). No. Se fueron al salón de un mesón de alto standing... como lo lees.
El acto estaba programado para las 17.30h pero el padrino, lejos de llegar puntual, se dejó caer a eso de las 18.30h porque "creía que era a las 19.00h, así que me he echado una siesta". Con un par. Pero vayamos al acto en sí.
La madrina, monótona en grado superlativo, tuvo la mejor intervención: 10-15 minutos en los cuales repasó la relación de 5 años con la promoción que se graduaba. Muy correcta, muy oportuna en una época en la que la relación universitario-profesorado deja mucho que desear.
El padrino, que se jubilaba, nos regaló los oídos durante casi media hora con una perorata insoportable, de la cual destacaré tres cosas. La primera: sólo tuvo palabras para sus "enchufados", nombrando nominalmente a doce o trece de los sesentaitantos alumnos que se graduaban (con el consiguiente malestar para los no citados y sus familiares); que digo yo que si nombras a tres o cuatro, quedas como dios y nadie se molesta (a mi me nombraron un par de veces en mi graduación y nadie se molestó porque es algo "comprensible": si has estado trabajando con los profesores o has estado implicado en al Junta de Facultad, es lógico que te conozcan más que a otros estudiantes); pero si nombras a un 20% de los alumnos y encima tienes el cuajo de decir: "a los demás no los cito", pues... quedas como un marrano. La segunda: dejó bien claro que él es un "independiente" (eso es bueno en un jurista pese a que éste en concreto sea un estómago agradecido) pero lo hizo a costa de politizar su intervención y de criticar a todo bicho viviente , salvo a sus "amigos, los alumnos" (eso sí: sólo sus enchufados; los demás, caca). Por último, dejó bien claro que es un hombre excelso y un profesor ecuánime: "ante la duda, apruebo al alumno porque ya se encargará la vida de suspenderlo. Sólo suspendo a quien se lo merece". Y esto lo firma un profesor que suspende a más del 60% de los alumnos de los cursos superiores de Derecho (que son "los mejores" de la titulación, los que de verdad "valen"). Este "ser" es el mismo docente que le dijo a una familiar mía que la suspendía porque "como tienes una minusvalía y te sale gratis la matrícula, tampoco es cosa grave". Así de ecuánime y excelso es este individuo. Vomitivo.
Del "Rector Magnífico" no diré nada por no decirlo todo. Él sólo se sobra y se basta para dilapidar con sus intervenciones toda la credibilidad y el respeto que la Universidad le profesaba en la anterior "legislatura". A mi me sabe mal que la Universidad esté tan hecha polvo como para que sólo hubiera una candidatura, la suya, y que ganara con la menor participación de todas las elecciones universitarias celebradas desde que entré a la UM, allá por 2002. Y me revienta que incumpla sus promesas electorales tan sólo un par de meses después de ser reelegido. Moralmente, ya no está legitimado aunque legalmente lo esté. Sólo un apunte de su intervención: dejó bien claro que a otras graduaciones no asiste, delega esta responsabilidad en otros (que aún hay carreras y "CARRERAS", hombreporfavor), pero a la de Derecho sí había acudido porque al padrino le debía mucho: "gracias a él entré a dar clase a la Facultad, él me llamó. Luego, si soy catedrático, también es gracias a él y, si soy Rector, también le debo algo". ¡Bien dicho, coño! ¡Si no fuera por los padrinos, jamás medraríamos en la vida! (sic). Por cierto, tras estas frases, imaginaos las caras de los asistentes cuando el máximo representante de la UM dijo que sólo cree en tres cosas: "trabajo, trabajo y trabajo". Lo dicho: olé por nuestros representantes.
Del discurso de los alumnos, proferido en plan gracioso -bebiendo de grandes clásicos como Muchachada Nui y los anuncios de Mixta-, sólo destacaré una de las falacias universales del buen estudiante universitario: a estas alturas de la película -estudiando en una de las Facultades de Derecho más exigentes y con mayor prestigio científico y académico de España, y en la que sólo se licenciarán este año unos 15 de los 65 graduados (nota: a 1º entraron unos 300)-, no cuela ni por asomo la jocosa idea de que pidan los apuntes para empezar a estudiar tres días antes del examen y que, aún así, apruebes y vayas a curso por año. En serio, no cuela. Si hay una Facultad de empollones, esa es la de Derecho (con permiso de la Facultad de Medicina, claro).
Así fue la cosa. Casi dos horas de insufrible ceremonia protocolaria para una de las titulaciones más importantes de la Universidad, que tuvo la extravagante idea de desligarse del escenario académico que le corresponde por historia y por derecho e irse a donde cristo perdió las alpargatas; todo ello para vestirse de boda y aburrir hasta al más estoico defensor de los actos oficiales universitarios. Osease, yo.
Buen fin de semana tengan vuesas señorías.
4 comentarios:
Una pena... Con la ilusión que le hace a uno asistir a su graduación y que acabe así. En fin...
Joe macho, este post parece escrito por el mismísimo Hitchcock!! xD Qué miedo!! ¿A esto ha llegado la Universidad? ¿Quién eligió a ese padrino? Qué desastre... espero que la graduación de Medicina no se le parezca ni por asomo porque sino me levanto y me voy xDD
Un saludo.
La de Medicina es más protocolaria (más altos cargos) pero, desde luego, no suele ser tan aburrida. Es más dinámica: powerpoint, fotos de los viajes, discurso de los alumnos, etc.
¿Qué día os graduáis? Si puedo acercarme, lo haré.
El día 11... así que ya queda bien poquito. Acércate y así rememoras viejos momentos xDD, además el discurso de Josemi seguro que es genial!
Publicar un comentario