16 de abril de 2014

El resto son muchos y muchas veces.

El miércoles falló la primera paciente del día. Era una cita programada (30 minutos = 4-5 huecos normales) y aproveché el tiempo para repasar la agenda de los días siguientes. Me di cuenta de que los huecos de la agenda del jueves estaban ya todos cogidos y que para el viernes sólo quedaban dos citas disponibles, así que creé 5 huecos 'extra' para el jueves y otros 5 para el viernes. El propósito era reducir los días de demora y que cuando un paciente pidiese cita, no le dieran para dentro de 3 días sino para el mismo día o para el día siguiente. Hasta aquí la teoría...

Crear esos 5 huecos suponía comenzar a trabajar 20 minutos antes y acabar 10 minutos después. Eso según la agenda, pues, "en el mundo real" de una consulta de Atención Primaria, esos 5 huecos conllevan empezar 20 minutos antes y acabar 30 minutos después de la hora a la que habitualmente veo al último paciente, y conlleva sacrificar los 15 minutos de descanso a media mañana y aún así acumular retrasos de hasta 40 minutos en algún tramo horario de la consulta. Pero todo sea por la "calidad (¿o cantidad?) asistencial".

La sorpresa me la llevé ayer, el primero de los día con huecos 'extra', al darme cuenta de que en la tarde del miércoles ya se habían agotado todos los huecos creados para el jueves y un par de los del viernes, y que para el lunes sólo quedaban 3 huecos. Así que, el jueves, volví a crear otros 2 huecos para el viernes (empezando 20 minutos antes, acabando 30 minutos después y suprimiendo por completo el teórico descanso de media mañana) y otros 2 más para el lunes, y a los pacientes que requerían un control estrecho para ver la evolución de sus patologías los cité "fuera de agenda" (forzando citas) para no quitar más huecos de la agenda del lunes.... "¡Qué bien gestiono la consulta!", me dije.Y acto seguido me tomé una cerveza sin alcohol al salir del centro de salud, para celebrar mis logros como R4.

Y esta mañana, la decepción. Al llegar a las 8 de la mañana y encender el ordendor, reviso la agenda de ayer y me doy cuenta de que 3 de los que ocuparon los huecos 'extra' del jueves no acudieron y que incluso dos de ellos habían pedido cita también para hoy y tampoco han venido. Hoy, de 38 citados (más las 5-6 urgencias habituales), 10 no han acudido a la cita. Miro la agenda del lunes y está completa, quedando ya solo 6 huecos para el martes (incluyendo los huecos reservados para las urgencias y que sólo se pueden dar el mismo día acudiendo al centro de salud y pidiendo cita "urgente"). Me pongo a revisar quiénes
son los pacientes que no han venido, si son muy mayores, si pueden estar ingresados (miro en Selene del hospital para ver si están ingresados), si suelen venir por problemas agudos o para recetas, etc; y en principio no había motivo alguno para no acudir a la cita. "Alguno no habrá podido por el trabajo o por los niños o por lo que sea", me digo, "pero, ¿y el resto?".

"El resto" es lo preocupante. El resto son muchos y muchas veces. El resto son personas que vienen a por las recetas 'de crónicos' y no aceptan de ninguna manera que se les haga un carnet de largo tratamiento para poder recoger las recetas en Administración, con la flexibilidad horaria (el centro está abierto de 8.00 a 21.00h) y personal (no hace falta que vengan ellos a recoger las recetas, puede venir un familiar al que le dejen su tarjeta sanitaria) y sin la atadura de una cita con su médico en horario laboral. El resto son también personas que cogen citas y que no acuden sin motivo aparente, de forma reiterada, y además han aprendido el truco de que por internet no les niegan una cita si han faltado a las previas. Otros son cambios de cupo, pacientes que han pasado ya por 3 o 4 médicos del centro y que jamás han venido a tu consulta pese a coger cita y que luego se dejan caer con 20 informes con sus patologías y sus seguimientos por distintos especialistas (un cardiólogo para la hipertensión con insuficiencia cardíaca, un endocrino para la diabetes, un urólogo para la hiperplasia benigna de próstata), o con 6 medicamentos y 10 envases de cada uno de estos medicamentos porque los deben en la farmacia. Otros tantos son pacientes con patologías crónicas que quieren que los derives injustificadamente a otro especialista o que les pidas determinada prueba complementaria no indicada -o que ha sido solicitada por un médico de la privada- y van consultando varias veces por ese motivo, a ver si a la que hace siete te rindes y les complaces.

"El resto", siendo muchos, son pocos comparados con Todos. Cualquiera puede fallar a una cita, todos nosotros, sea del tipo que sea. El problema es que no todas las faltas de asistencia tienen la misma repercusión. Las ausencias de estos dos días han supuesto que el tiempo que haya podido dedicar a cada paciente fuese menor; y que personas que con dos minutos más de atención tal vez se hubieran sentido cómodos para consultarme un problema que les ronda la cabeza desde hace tiempo y hasta ahora no se habían atrevido a consultar, se lo lleven de nuevo a casa y tengan que pedir una nueva cita, en el mejor de los casos. Si esa persona fuese tu padre y lo que quisiera contarme fuese un dolor en el pecho que le aprieta al caminar y que hace que le falte el aire y se ponga a sudar, ya no es tan "irrelevante". O si fuese una mujer que viene a por recetas de orfidal y lo que no le ha dado tiempo a contarme sea que su marido la maltrata, pero no ha sido posible porque "¡ya ves cómo está el patio! Hoy te voy a hacer las dos recetas que debes y cuando puedas vienes que hablemos de cómo va la ansiedad, de si duermes bien, las cosas de la casa".

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PS: Hoy he sido consciente de que puede que no haya prestado la mejor atención posible a dos de mis pacientes. No es que me haya equivocado con un diagnóstico o con un tratamiento, no es que lo haya hecho mal, pero lo podía haber hecho mejor. No estoy seguro de que haber vuelto a derivar a uno de ellos a otro especialista para su revisión anual en lugar de ofrecerle hacerle yo esa revisión, como le hago las otras y por lo que tantas veces me he quejado ("tener que derivarlo para esto..."), haya sido lo mejor. Para mi ha sido cómodo por rápido, pero luego seguiré quejándome de tener que hacer las recetas de los medicamentos que el otro especialista haya estimado convenientes prescribir, aunque me parezcan ilógicas o peligrosas y me suponga intentar convencer al paciente de que ese tratamiento no le hace falta o es inadecuado para él por sus otras patologías y su polimedicación. Y es que toda interconsulta tiene un precio.