27 de junio de 2008

Mi amante bandida (cosas de nuestra generación...)

Me llama hoy un (buen) profesor de la UM para decirme qeu tengo qeu pasar por Secretaría a recoger un documento oficial para una beca (no es que sea el secretario, es qeu le dejé el "encargo" de qeu me avisara llegado el día). Hasta aquí todo normal.

Lo surrealista comienza cuando me dice qeu a mi novia no le han dado la beca... y ahí ya me ha dejado "tocado"... "¿a mi novia? ¡Pero si mi novia no ha pedido ninguna beca! ¡Es más, la "novia" que conoces no es ya mi pareja!!!"

Se produce un silencio incómodo... me da por pensar qeu me está tomando el pelo... y se lo pregunto:

- Vamos a ver, dime la verdad: tú me estás tomando el pelo. Como yo te volví loco con lo de "la fiesta" [esta es una cosa que no puedo contar], ahora me quieres volver loco tú a mí, ¿no?
- No, no, si yo me entero "de todo". Tu novia o tu "amiga", hombre, la zagala esa con la qeu te vi abrazado el otro día... que me ha dicho Andreu Buenafuente [nombre ficticio, claro] que estabas sentado con ella, aparte, el día de la Cena de Graduación, y qeu le dabas un besico [aclaración: fue un beso en la mejilla].

Ahí lo entendí todo. Y me dio por reírme, claro. Su generación es más cándida que la nuestra: un gesto "amoroso" es inmediatamente interpretado como una evidencia de "amor". Y no le falta razón, yo amo a mi pequeña Niki, pero no es ese tipo de "amor", sino otro. (Niki, esto lo aclaro por si lo leyese Maty, no por otra cosa XD No vaya a ser qeu se enfade con nosotros!!).

Nuestra generación es más abierta, más cariñosa y menos pudorosa... aunque a veces cometemos excesos en este sentido, pero no deja de ser divertido; eso sí, este comportamiento no está exento de hipocresía (es la otra cara de la moneda, el precio a pagar por tal libertad).

Pero... ¿mi novia? Nada más lejos de la realidad (y ojalá fuera verdad, porque la quiero un montón y es, probablemente, mi mejor amiga). Se refería a mi Niki, vecina (aunque siempre ausente y viajando), compañera de instituto (en los intervalos entre EEUU y el CEU), fiel y eterna compañera de fiestas (no recuerdo una sola vez qeu no nos hayamos quedado los últimos de lugar, siempre "chapamos" la disco/el pub al qeu vayamos; reventamos, desfasamos, somos auténtica y fielmente los más salvajes del lugar XD), compañera de estudios (en la biblio de la facultad, en la biblio del pueblo, en la sala de estudio de Molina), compañera de coche (sobre todo los primeros años). Compañera de esta larga aventura qeu se llama Licenciatura en Medicina.

Compañera de la vida.
Cuando la conocí, jamás pensé qeu nuestras vidas se atarían y convergerían de tal forma, pero así ocurrió, y doy gracias. Es insuperable. Es magnífica. Es la persona más inteligente qeu conozco... y la más vaga!! (Y tengo el honor de conocer a muchas personas inteligentes; y a muchas personas muy vagas).

Mi Niki del alma. Mi querida Nicocolasa-alcohol-deshidrogenasa...

Éste soy yo, con un ojo verde y otro amarillo (caprichosos ellos...); y mi Niki, con una expresión de extrañeza por no saber qué cojones había pasado exactamente pero con la convicción de qeu esa noche era para disfrutar y que su "tajo" en el pie era un daño "colateral". Perdonad nuestra "felicidad"... había barra libre... y en Novo las copas cuestan 7 laureles XD

Qué habría sido de mi vida si no te hubiera conocido...
Gracias por todo lo qeu me has dado. Por todo lo qeu hemos vivido (hasta ahora( y lo qeu nos queda!!

No olvidaré en toda la vida el susto qeu me diste la noche de la Cena... yo te veía bailando encima de la mesa, veía los cristales en el suelo... y antes de poder decirte nada, ya te habías dado el tajo!! Y qué par de ovarios... con las mismas (y sangrando sin parar): viajecito al hospital (lo qeu nos costó convencerte...), te ponen los puntos y a seguir de festa hasta las tantas de la mañana (Como siempre, los últimos!!)

Y a destacar la perrería y el detalle. Me dijiste: "Si te vienes conmigo al hospital, no voy. Tú te quedas aquí, que en un ratico estoy de vuelta". Por más qeu insistí, no me dejó acompañarla... en fin. Ella es así. De todos los qeu habíamos allí, yo era el único al qeu (creo) le habría hecho caso. Pero ni en eso logré salirme con la mía. "Ella manda"- les decía, riéndome, a los qeu me preguntaban por ti- "menos mal que ha cedido en ir al hospital... si me empeño en acompañarla, no la movemos ni con grúa".

Niki, you're the best! I love you, baby ;)

PD: Estudia!! Cacho perra!!

21 de junio de 2008

La vida del Topo Gigante (I): La infancia

Hola, soy Nuño, el de la camisa azul y el brazo en alto. Aunque algunos amigos de mis padres me llaman con cariño, y un poco de cachondeo, El Topo Gigante. Se ve que es por algo que decía mi madre sobre lo que iba a ser su hijo cuando fuese mayor.

A mí me gusta porque me tratan todos como si fuese importante, me hacen muchas bromas y se me cuadran cuando me ven y yo me parto de risa con ellos. Para mí son como si fuesen mis tíos. No lo son, pero es que tengo dos tías de verdad y son bastante plomo.

Eso de Topo Gigante debe ser como Papa o Rey o algo así, pero mucho más guay, porque el otro día en el cole nos preguntaron qué queríamos ser de mayores y sólo a mí me dieron una nota para mis padres. Y algo debió pasar porque mis padres me han dicho que, para el año que viene, ya tengo plaza en un cole perfecto para mí. Debe ser un cole para Topos Gigantes. Seguro. Por ahora, en mi clase, bueno, y niños de otras clases, y hasta mayores y algunos profes y todo, me tratan diferente después de la reunión con mis padres. Me respetan un montón. Si pido algo me lo dan y todos quieren jugar conmigo.

No sé, pero, ya podrían haber hablado antes con mis padres.

Sólo hay un profe que me ha dicho que espera que me vaya pronto y que no piensa permitir que convierta en fachas a los demás niños. Mi madre me ha comentado que ese idiota me tiene que dar pena, porque debe tener un problema de riego. La verdad es que es muy bajito… y muy feo. Como una planta pocha. Del riego debe ser.

Estudio mucho porque soy un poco gamberro. Si saco buenas notas, mis padres no me regañan por ser travieso. Además del cole, viene un profe a casa para enseñarme Español (es que vivo en Barcelona) e Historia, tanto de España como del mundo. Es distinta a la que me enseñan en el cole, pero la verdadera es la de casa y, además, la entiendo mejor. Es un profe muy divertido y se emociona con las cosas que me cuenta. También me enseña canciones populares, de ésas que cantan mis padres con sus amigos. Así, cuando voy con ellos, también puedo cantar yo. Es súper guay.

Hay una clase en el cole a la que no asisto. Se llama “Orientación Sexual”. Les costó mucho a mis padres pero consiguieron librarme. Cuando hay esa clase, viene un curita, el Padre Dámaso, muy simpático y nos vamos al jardín y me enseña Religión… la de verdad, eh? La Católica, Apostólica y Romana. De hecho, estaba yo solo al principio, pero ahora somos unos diez con el Padre Dámaso. Bueno, yo le llamo curita. A él no le importa. Dice que mis padres son una bendición para mí y para la sociedad. Yo también les quiero mucho. Además, nos hemos hecho tan amigos de él que este año nos acompaña al acto del 20N.

(Modificado a partir de El Topo Gigante).

18 de junio de 2008

La Mitosis (en Shakira-mode)





Gracias al Dr. Nick Riviera por pasarlo... Un abrazo desde Murcia, amigo Xavi.

17 de junio de 2008

Despertares

Y por fin abrió los ojos.

La habitación era muy extraña. El techo y las paredes no existían, y en su lugar giraba despacio una nebulosa blancuzca que acotaba la estancia. No se sentía cansado ni le dolía la cabeza. Pensó que el cansancio, el dolor de cabeza, el de estómago, incluso esguinces y mocos, no tenían ningún sentido. La confusión, sin embargo, sí que estaba presente. Se palpó la piel y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. No era su piel y nunca había dejado de serlo, pero la sentía extraña como un recuerdo olvidado que aparece sin motivo. Quiso explicarse a sí mismo las diferencias que encontraba en su “nueva” piel, pero parámetros como suavidad, dureza o temperatura no era capaz de entenderlos en ese momento.

Un lento vistazo a la sala le introdujo de nuevo en un mundo tan real para él como lo habían sido los sueños mientras soñaba. Se levantó y no podía asimilar su estatura, ¿era más alto de lo que pensaba? Ni siquiera lo sabía. Sus movimientos eran extraños, se sentía muy rápido, explosivo. Se sentía capaz de recorrer 100 metros en un segundo, pero no era capaz de saber lo que eran 100 metros, pues las referencias que podía tomar no las procesaba con claridad. Superando un inexistente vértigo residual decidió avanzar un par de pasos. El concepto de suelo le parecía un sinsentido y en su lugar estaba la misma nebulosa blanca que lo rodeaba todo. El blanco se concentraba rápidamente poco antes de apoyar el pié sobre el pálido vacío.

Un pitido estridente comenzó súbitamente a penetrar en su cerebro. Sus manos taparon mecánicamente unas orejas que no existían. De un deseo inconsciente de tener orejas, éstas brotaron de su cabeza. Con este hecho no disminuyó su confusión ni el pitido. Quiso comprender el significado del pitido y éste se tornó en palabras que entendía sin llegar asimilarlas. Quiso asimilar estas palabras y encontró su significado.

-Todo está bien. ¿Me comprendes? Todo está bien. ¿Me comprendes?

Había podido descifrar un lenguaje que se le antojó tan primordial como su infancia. Antes incluso que eso. Existió antes que su borroso nacimiento, que la formación de las estrellas y que del bing-bang que creía haber estudiado en la universidad. Quiso responder al pitido que ahora era voz y para ello usó palabras que le resonaban a ruido molesto.

-¿Quién me habla? No comprendo nada, ¿dónde estoy?

-Ahora eres realmente tú. Has sido objeto de un sueño dirigido. Así eres tú.- le respondió la voz.

Quiso saber de dónde procedía esa voz, quiso situarla pero todavía no entendía muy bien las nuevas dimensiones del espacio. La voz contestó a sus deseos.

-Necesitas abrir los ojos para poder ver. No puedes ver nada si no abres los ojos.

Era consciente de la apertura de sus ojos pero no veía más que la nebulosa blanca que giraba a su alrededor. Quiso ver más y la sorpresa le hizo caer al repentino suelo. Dónde antes no había nada, ahora se formaba un mundo completo. Veía una habitación, veía objetos, veía personas, veía ventanas, y a través de ellas, veía cómo la nebulosa iba desapareciendo velozmente en la lejanía, salpicando en su retirada estructuras que parecían edificios. Las personas que le rodeaban le resultaban tan familiares como extrañas, pero no pudo contenerse a correr a abrazar a una en concreto, una que repetía emocionada “¡Sefrén, Sefrén!”.

-¡Mamá! ¿Qué me ha pasado? -dijo abrazándola.

La voz que le había guiado en su nuevo despertar se adelantó a la respuesta de su madre.

-Hola Sefrén, soy Menquer, el responsable del proyecto. Has sido sometido a un sueño dirigido en el que hemos creado para ti un mundo ficticio. Ese mundo no existe en realidad, era injusto y cruel. Ahora puedes estar tranquilo. Creerás haberlo vivido 60 años, pero realmente has soñado durante unas pocas horas. Por favor, cuéntanos tus experiencias en el sueño.

-¿Sefrén es mi nombre? ¿No es Juan Carlos, mamá?

-Te llamas Sefrén, hijo mío.- respondió la madre sin dejar de abrazarle.

-Antes de explicarles aquel mundo quiero comprender éste de ahora- exigió a Menquer, al cual empezaba a recordar con más nitidez.

-El mundo real, en el que nunca has dejado de estar, es justo. No hay enfermedades. Te construimos para el sueño un mundo imperfecto por error. Ya has despertado. Todos las personas somos iguales y nadie te oprimirá. Puedes estar tranquilo, lo importante es vivir, pues hay medios para todos. En unas pocas horas serás plenamente consciente de todo lo que te rodea, ahora es normal que te sientas un poco confuso.

-Entonces, ¿no soy Juan Carlos?, ¿no soy el rey de España?

-No existen los reyes, Sefrén,- continuó Menquer-. Cuando asimiles de nuevo la realidad verdadera, comprenderás que es ilógico que una persona disfrute de ventajas con respecto a otras. Creamos un universo demasiado extremo para ti. En ese mundo pudiste ver mucho sufrimiento, pero cálmate, ha sido un sueño.

Ahora se sentía un idiota por haber pensado que toda su vida soñada podría haber sucedido realmente. Un idiota absoluto. ¿Cómo demonios hubieran aceptado aquello sus presuntos congéneres?, ¿cómo podía ser que él no se hubiera dado cuenta de la sinrazón que suponía tamaña diferencia social sin justificación? Y lo que era más frustrante, ¿en ningún momento sospechó de lo inverosímil que era un mundo en el que podías hablar a tiempo real con una persona que se encontraba a miles de kilómetros usando un aparatito con una antenita?

Visto en: Sueño - Una de zarandajas

Paralelismos (II)

CHIRI —¿Cuál es tu gran miedo? ¿Tenés un gran miedo?

HERNAN —Antes del último cumpleaños de mi abuela Chola (y no digo esto para parecer Chuck Norris) yo no tenía mi miedo. Así como todos los países tienen su flor nacional, así como la Argentina tiene al ceibo, yo no tenía mi miedo nacional.

CHIRI —¿Me querés decir que no le tenías miedo a nada?

HERNAN —Le tenía miedo a cosas puntuales que me pasaran: que un tipo con cadenas me corriera por la calle veintisiete. El miedo formaba parte del presente. Tenía miedos eventuales, cuando me hacen ¡buuú! y yo estoy muy fumado me cago hasta las patas. Lo que no tenía hasta entonces eran fobias. A eso iba.

Y a mí siempre me pareció que era muy raro que no tuviera una fobia, porque la gente que conozco sí tiene. Vos tenés miedos de ese tipo, todos tienen. Bueno, yo no tenía un miedo, y cuando empezaban a hacer esas preguntas, en las reuniones, yo no contestaba. Y todos se pensaban que no contestaba para hacerme el valiente. Y empecé a contestar cualquier cosa para que nadie pensara que me quería hacer el valiente.

CHIRI —¿Y qué contestabas?

HERNAN —Contestaba "la muerte", qué sé yo, cualquier boludez. La muerte, agarrarte el dedo con una reposera, andar en auto con Claudio Becerra... Hasta que el 14 de noviembre del año pasado, durante el cumpleaños de mi abuela, me pasa algo lo suficientemente traumático para que desde ese momento, y para el resto de mi vida, pueda tener mi miedo nacional y pueda contestar con una verdad el tipo de pregunta “a qué le tenés miedo”.

CHIRI —¿Y a qué?

HERNANA provocar una fatalidad irremediable y quedar vivo. Fue así: en el cumpleaños de mi abuela, que se había hecho en la quinta, estaba Rebeca, la hija chiquita de mi hermana. Después de comer le pedí el auto a mi viejo para ir al diario, miré por el espejo retrovisor, no vi a nadie y salí marcha atrás. No hice ni dos metros cuando sentí el golpe seco. Pensé enseguida en mi sobrina. El golpe era igual. Recorrí el perímetro de la quinta y no vi más que pasto. Y además todos se levantaron de la mesa gritando: ¡la agarró, la agarró!

No me bajé del auto, lo que hice fue apoyar la frente contra el volante. Y yo te regalo esos cinco segundos hasta que los demás vieron que era un tronco. Te los regalo para siempre, te los dejo en una canastita, a la noche, a nombre tuyo, y me voy para siempre del país. A ese nivel te regalo esos cinco segundos. No los quiero tener más.

Ya pasaron cuatro meses de eso, y todavía a veces me despierto asustado, después de la duermevela, con la imagen del golpe, esos cinco segundos interminables. No me había pasado nunca, eran cosas que pasaban en las películas, eso de que un tipo ande despertándose a los saltos como un pelotudo.

CHIRI —Sigamos con el tema, pero saliéndonos de la óptica. En la última Navidad que pasaste en La Plata, estabas cenando en un patio. Oíste, afuera, un tiro al aire. Y supiste en ese momento que sería para vos. Es decir: esperaste tranquilo el ardor en el cuero cabelludo. ¿Por qué pensaste que era para vos esa bala? ¿De verdad esperabas el balazo?

HERNAN —Sí, creo que me pasa eso porque tengo un pensamiento muy absorbido, muy contaminado por la estadística, en este tipo de temas. Exageradamente contaminado por la probabilidad. Hay dos chistes que siempre me gustaron mucho, uno del Chavo, el otro de Umberto Eco. Al Chavo le dice don Barriga que tenga cuidado en la calle, porque los autos atropellan un niño todos los días. Y el Chavo le responde “es que ese niño ha de ser menso”. Y lo que dice Eco es así: “Hay dos hombres sentados a una mesa, uno está comiéndose dos pollos, y el otro se está muriendo de hambre; para las estadísticas cada hombre está comiendo un pollo”.

Y la estadística está encarnada en mí. Ya el sólo hecho de oír un balazo al aire en Nochebuena y saberme sin la protección de un techo, me involucra directamente. Estamos hablando de mi muerte instantánea. Ese puede ser me hace esperar el balazo; la probabilidad me da esperanza.

CHIRI —¿Y eso te pasa con todas las desgracias probables?

HERNAN —No, sólo con los accidentes naturales. Cuando se trata de un accidente natural, siempre puedo ser yo la víctima; cuando en las fatalidades hay una voluntad personal colectiva, en cambio, nunca voy a ser yo la víctima. Quiero decir: tanto como esperé el balazo en nochebuena, supe siempre que no iba a hacer el servicio militar.

Es como el temor que les tengo a los locos y a los borrachos, a esa gente a la que no le podés explicar nada. A esa bala que ya salió disparada para siempre, y que ya tiene, antes de caer, su destino marcado, no se le puede explicar nada. En cambio, del servicio militar yo me podía esconder todos los años, y de última, si me encontraban, si la policía me llevaba esposado a Zapala, escribía una carta a un diario, utilizaba todo el batallón sofista, armaba un quilombo, una polémica nacional, y zafaba. La inteligencia práctica vendría en mi ayuda. Con un tiro al aire no. Para mí la fatalidad del Regimiento nunca fue una fatalidad, no te podés resignar nunca a ser un soldado, o un empleado del Correo, a esas desgracias que tienen que ver con tu sentido común.

15 de junio de 2008

Paralelismos (I)

CHIRI —¿Te podrías acostumbrar a una cadena perpetua?

HERNAN —Siempre pensé que tengo una capacidad de adaptación gasolera. Que, si me dan tiempo, le puedo encontrar el lado bueno a cualquier cosa. Pero me tienen que dejar pensar un rato, hasta que mi esencia optimista dé con la clave. Pero estoy convencido de que en algún momento de la falta de libertad, digo: Bueno... Esta es mi cárcel, toda la vida va a ser así, el 17.672 es un tipo simpático, cuenta anécdotas divertidas...

CHIRI — …aquél asesino musculoso rompe el culo que es una maravilla...

HERNAN —Exacto. Y te voy a decir algo bastante grave. Si la vida va a ser eso, si la cadena perpetua viene sin las dos horitas de hotel por semana por buena conducta, y está todo mal y ya no hay más mujeres en el mundo, creo que también me podría adaptar a que me rompan el culo.

CHIRI —Sí. Lamentablemente.

HERNAN —Lamentablemente o no. Yo no tendría el prejuicio de decir “oh, me van a romper el culo todo el tiempo”; no voy a llorar por eso toda la vida. Además, quién te dice que no me guste... ¡Pero si es todo lo que hay! No hay más nada que eso.

Si a vos te dicen que la única posibilidad que te queda en tu carrera poética es el soneto, la cárcel del soneto, no tenés por qué perder el tiempo manifestando a favor del verso libre. Hay que tratar de hacer el mejor soneto del mundo, pasarse las noches intentando buenos sonetos. Sonetos que, con la experiencia que da la práctica y la pasión, puedan leerse de corrido y parezcan verso libre.

14 de junio de 2008

Despedida, dulce y amarga despedida...

Compañer@s de la XXXIV Promoción de Licenciados de Medicina. Después de lo de ayer, sólo puedo deciros una cosa: MIL VECES GRACIAS, Y GRACIAS MIL VECES MÁS.

Tenía pensado deciros unas palabras cuando me llamasteis al escenario... para ser sincero, me dejasteis sin palabras (que ya es difícil, ya) y tanto la pobre María, que estaba totalmente desconcertada ("¿Cómo te quedas? Muerta") como yo, no pudimos ofreceros las palabras de agradecimiento que merecíais.

Sólo espero que os gustase mucho el discurso que os leyeron Olga y Diego. Era bastante más sarcástico y, por supuesto, "le apreté" las tuercas al Gómez... pero "los de protocolo" pasaron su "filtro" por el texto y suprimieron esos detalles que para nosotros son tan importantes (aunque para ellos carecen de relevancia y sentido).

Aquí os dejo el discurso que os tenía preparado. Igualmente lo subo a la Comunidad.

PD: El reloj está muy pero que muy guapo. Vaya pedazo de regalo... creo que os habéis pasado bastante, pero en fin, vosotros sabréis. Dice Andrés que es en agradecimiento a las "gestiones" y los esfuerzos realizados por los Representantes del Curso a lo largo de estos años... Pero una cosa os digo: todo cuanto hicimos (y haré, que aún me queda un cuatrimestre para dar guerra), lo hicimos de forma altruista y sin intención de reconocimiento. Es por eso que el detalle se agradece mil veces más. En absoluto me lo esperaba (qué bien callado lo teníais, cabrones).

Mucha suerte. Espero reunirme pronto con vosotros en los hospitales...


CATARSIS: ÚLTIMA CARTA DE JESÚS A SUS AMIG@S.

Hace casi 9 meses se me ofreció la tarea de escribir y leer este discurso. Un pregón que, en estos largos meses, como si de un embarazo se tratara, ha ido creciendo y evolucionando en mi interior, ha ido adquiriendo cuerpo y cada día se parecía un poco más a lo que inicialmente tenía en mente éste estudiante, compañero y colega que hoy está frente a vosotras y vosotros, más feliz que nervioso, aunque parezca lo contrario.

Hubo momentos en que parecía romper aguas de forma prematura y otras veces parecía presentar gestosis, porque la tensión iba en aumento y llegó un día, no hace mucho, en que este discurso pereció antes de ver la luz y llegar a vuestros oídos. Al final, han sido otros los que me han dado el aliento necesario para llegar a término sano y salvo.

Pero, como cualquier gestante, no ha sido hasta romper aguas, en el día de hoy, cuando me han entrado los nervios. Y no me refiero a los nervios previos a un examen oral de Guijarro, compañeras y compañeros míos, me refiero a la inseguridad, a no saber si leería demasiado rápido (para variar), si se me oiría (ya perdí la voz una vez en este mismo escenario), si me acordaría de encender el micrófono. E, incluso, la incertidumbre de no saber, a ciencia cierta, si podría contener la emoción en lugar de llorar como un niño pequeño. Ya sabéis que soy un sentimental de cuidado. Pero es que son muchos años juntos, compartiendo días buenos y días malos, vivencias, emociones, amistad. Aprendiendo de vosotr@s y conociéndoos conforme hemos ido creciendo como futur@s médicos y como personas. Es por ello un orgullo y un verdadero honor representaros a todos aquí arriba en la tarde de hoy.

Pues bien. Sigamos temblando como un flan.

No es el primer encargo de estas características que realizo en estos 6 años, pero está muy claro que el de hoy nada tiene que ver con los anteriores. La verdad es que no sabía cómo enfocar este largo viaje de forma que pudiese resumirlo en pocas líneas sin dejarme en el tintero cuanto os quiero decir. Por ello creo que hay un momento clave que debemos recordar…

Una mañana soleada y calurosa de septiembre de 2002. Chicos y chicas (para ser sinceros: muy pollos todos ellos), conversan nerviosos entre sí. Otros ni siquiera hablan, se quedan en su asiento esperando el devenir de los acontecimientos. Algunos se quedan fumando en el pasillo, arañando unos segundos por si no hubiera descanso en las horas siguientes.

Finalmente, todos se sientan en silencio. Y entonces se ven las caras y se analizan entre ellos (ya por aquél entonces, alguno iba para Psiquiatra). Unos vienen de colegios privados, otros de públicos. Unos vienen “de punta en blanco”; otros con unos simples piratas y la camiseta de un grupo de rock. Unos han entrado sin problema alguno, con notas escandalosamente buenas; otros y otras, han sufrido un poco más: segundas listas, llamamientos, nervios y más nervios, llanto, risa nerviosa y finalmente alegría por conseguir entrar a Medicina. Son todas y todos tan distintos entre sí que sólo tienen una cosa en común: que ya son, oficialmente, estudiantes de Medicina… Aunque, de aquí en adelante, para sus familiares serían “el médico de la familia”, “mi sobrino el médico”, etc. Y para los amigos: “el que siempre tiene exámenes”.

[Texto suprimido: me lo pisó Parrilla]

Han transcurrido 6 años y mil momentos desde entonces. Ahora sois licenciados en Medicina. Dentro de unos meses os enfrentaréis al examen MIR, un penúltimo escollo en nuestro camino para ser médicos y aterrizar en el hospital, hacer guardias de 32 horas y cobrar un sueldo de risa en relación a nuestra formación y nuestra dedicación. De todas formas, recordad que ese es nuestro deseo y la meta de tantos años de esfuerzo, aunque no sé si este pensamiento puede considerarse intento de autolisis o, simplemente, masoquismo.

[Texto suprimido: me lo pisó el Presidente del Colegio de Médicos]

Pensad que dentro de un año os incorporaréis a vuestro hospital. En un año estaréis salvando vidas con tratamientos carísimos y de última generación, viendo resucitaciones milagrosas cada día y, sobre todo, despertando cada día junto a un compañero/a distinto tras una intensa mañana-tarde-noche de sexo salvaje, que no tiene porque ser en una cama cuando hay unos cuartos de lencería superdiscretos en los que no entra nadie…

En fin… sé que es una locura, pero eso se cree la gente que es el día a día de un médico, una vorágine de sexo desenfrenado y vidas resueltas con sueldos enormes y un cafecito entre paciente y paciente….por que es lo que dice la televisión, no??

Ojalá tengáis suerte y sea cierto, mira tú qué bien.

[Texto suprimido: me lo pisó Luisa]

Compañeras y compañeros, a estas alturas de la película, conociendo el final de la misma y habiendo sido protagonistas de mil y una aventuras, tragedias y, por supuesto, momentos felices, no puedo deciros gran cosa que no sepáis ya o que no os haya dicho a lo largo de nuestro duro viaje. Sólo os voy a dar unas recomendaciones, tal vez os sirvan.

- No olvidéis nunca quienes sois y de dónde venís; el trabajo y el esfuerzo que os ha costado llegar a ser médicos. No olvidéis nunca que, a parte de médicos, todos somos también pacientes y necesitaremos un profesional de la salud en algún momento de nuestras vidas. Sed conscientes de que nuestro trabajo es importante gracias a los pacientes, y no al revés. No somos dioses ni aspiramos a serlo.

- Tratad a los pacientes como si os estuvieseis tratando a vosotros mismos, no perdáis el enfoque. No menospreciéis los problemas de los demás porque cuando tú tienes ese problema le das la importancia que se merece. Sed justos con los demás.

- No es conveniente padecer ni sentir lo mismo que el paciente, eso os nublará el enfoque y no podréis ser objetivos. Pero tampoco seáis fríos y distantes, recordad que le empatía es el mejor efecto placebo y un pilar indispensable del tratamiento. Tampoco penséis que los problemas del trabajo se quedan en el trabajo. Sabed que muchas noches no dormiréis bien por los problemas de los demás, pero esas horas de vigilia serán recompensados con un “gracias” por parte del apciente.

- No dejéis nunca de estudiar y de actualizaros. No os sintáis imprescindibles ni creáis que sois los dioses de la sanidad (como algunos de nuestros colegas hospitalarios), somos personas y tratamos a personas.

- Si no sabéis una cosa, preguntad. Si os da vergüenza preguntarlo, preguntad igualmente. La vergüenza y la soberbia son nuestras enemigas. Sed humildes.

Aprended, escuchad, sopesad y justificad cuanto oigáis, veáis y leáis. No creáis nada que no sea del todo cierto y no deis nada por bueno sin haberlo cuestionado, lo diga quien lo diga. Sed críticos y humanos. Buscas siempre el bien del paciente y el servicio a la sociedad. Somos agentes sociales y manejamos un bien muy preciado: la salud.

- Y recordad: Primum non nocere. Es el mejor servicio que le podéis hacer a la sociedad, al menos hasta que aprendamos lo básico para no matar a nadie.

Y por supuesto: sed como sois, que nadie os cambie sino es para mejor. No perdáis la humildad, la sinceridad, la accesibilidad, la credibilidad, la humanidad, la sonrisa y las demás virtudes que os caracterizan.

Mucha suerte para la promoción 2002/2008 de Medicina, compañeras y compañeros, licenciadas y licenciados en Medicina. Ha sido para mí un honor compartir estos años con vosotros. Gracias por todo.

Y gracias por aguantarme una última vez más

6 de junio de 2008

A propósito del cánido de Paulov (o Pávlov)

HACE QUINCE años, en una tertulia televisiva que se pretendía inteligente, se organizó un debate conformado por periodistas, sociólogos y un solitario poeta. El tema en cuestión era cuál debía ser el tono correcto de la vestimenta femenina en un entorno laboral.

Alguien, muy exaltado, sostenía que era inaceptable que ciertos varones salivaran frente a una minifalda, cual cánidos en el célebre experimento de Pávlov. El poeta, que fuera presentado como el autor de los más intensos poemas de amor dedicados a la mujer en la literatura peruana, hasta ese momento se había mantenido callado, discretamente aburrido. Pero ante tremendo alboroto pidió la palabra, y protestó indignado por aquella injusta comparación. Era intolerable que al mejor amigo del hombre se le redujera a una imagen tan vil, dijo y, acto seguido, sin que nadie pudiera esperarse lo más mínimo tal giro... inició una erudita conferencia sobre la presencia de los perros en la historia universal.

Francisco Bendezú (1928-2004), autor de tres libros y uno de los miembros más destacados de la llamada generación poética peruana de los años cincuenta, era un personaje excéntrico y a la vez entrañable. Poco antes había tenido una polémica acalorada con un joven intelectual que, coincidiendo en una visita a Princeton, había puesto en entredicho la honorabilidad de una veinteañera Brooke Shields. El asunto, si bien pintoresco, tenía una relevancia inusitada para un poeta que había escrito un extenso y potente texto, Folganza y requisitoria, a partir de definiciones amorosas firmadas por Brigitte Bardot y Ursula Andress.

Si la excentricidad no suele ser indicio de un arte trascendente, en este caso los indicios, como para el perro de Pávlov, eran equívocos: Bendezú es, probablemente, uno de los poetas más singulares y altos de la lengua española de la segunda mitad del siglo XX. Y esa cercanía con ciertos arquetipos de la belleza femenina era parte fundamental de una poética, sólida, coherente y, cómo no, personalísima.

Desde Los años (1961) hasta El piano del deseo (1983), Francisco Bendezú crea una poesía que es, toda ella, un vértigo que va ahondando en la materialidad verbal como un correlato de la exaltación amorosa. En la línea de las Iluminaciones de Rimbaud, la emoción y las percepciones fragmentadas retratan oblicuamente las sensaciones y la exaltación del enamorado:

"la leonada elipse de sus piernas,
sus vívidas cabelleras (¡oh insolaciones del alma!) me sumirán,
antes que en la concupiscencia o en la melancolía,
en lustrales paroxismos visionarios".


En Cantos (1971), su segundo libro, el poema se revela como parte de un rito, como un conjuro o una invocación mágica ofrecidos al ideal de la belleza femenina. La mujer, en los poemas de Bendezú, transmuta hasta convertirse en la sacerdotisa o mistagoga que abre las puertas de todos los misterios:


"Yo exalto tu perfil de amianto, y descifro tus emblemas,
y apaciento tu errante dirigible de silencio.
Yo canto tu abrazo nupcial con la inminencia".


Y es así que, más allá de la corporeidad de un ser efímero, la mujer y su grácil energía son los vehículos que comunican al poeta con lo insondable. No es baladí, entonces, que toda una sección del libro se escriba como una proyección de la pintura metafísica de Giorgio de Chirico. Es la embriaguez que produce la contemplación de la amada lo que permitirá al poeta divinizarla, permitiéndole también usurpar el habla de los dioses.

Pero la belleza, a pesar del trance y los lujos retóricos de su evocación, se celebra siempre en Bendezú desde una perspectiva humana. La belleza es, fundamentalmente, imposibilidad, frustración, rebeldía frente a la muerte. Por esto el poeta -que realiza una inteligente relectura del amor cortés y del eros surrealista- acepta la esencialidad femenina como múltiple y cambiante: la amada se convierte en una imagen de naturaleza platónica, imaginaria, a la que no se cuestiona y se acepta por completo, ya que en ella radica la eternidad humana. La sensualidad y la trascendencia del amor terminan por ser idénticas a la sensualidad y la trascendencia de la palabra, y esta elevación -técnica, artística- alcanza un estadio que finalmente se sobrepone a lo contingente, a lo cotidiano:


"Me agobia la sombra de tu espejo,
el peso sedeño de tus prendas, tu intrépido fornicio
y te imagino desnuda (ojeras malva)
en blancos y algentes ascensores de edificios...".


Profundo conocedor de la versificación española, los poemas de Francisco Bendezú tejen virtuosamente arcaísmos y visiones oníricas, contrapuntos de jazz y fulgores verbales, tanto barrocos como modernistas. Un despliegue único en función de un tema limitado, pero en cuyas posibilidades está asediar lo infinito. Lo infinito desde lo concreto, en la lección de Walt Whitman, y de allí la responsabilidad del poeta frente a las palabras, incluso cuando éstas evocan a un humilde perro:

"Parece que construimos sólidas riquezas, fuerza, belleza,
pero, realmente... Construimos imágenes".