15 de junio de 2008

Paralelismos (I)

CHIRI —¿Te podrías acostumbrar a una cadena perpetua?

HERNAN —Siempre pensé que tengo una capacidad de adaptación gasolera. Que, si me dan tiempo, le puedo encontrar el lado bueno a cualquier cosa. Pero me tienen que dejar pensar un rato, hasta que mi esencia optimista dé con la clave. Pero estoy convencido de que en algún momento de la falta de libertad, digo: Bueno... Esta es mi cárcel, toda la vida va a ser así, el 17.672 es un tipo simpático, cuenta anécdotas divertidas...

CHIRI — …aquél asesino musculoso rompe el culo que es una maravilla...

HERNAN —Exacto. Y te voy a decir algo bastante grave. Si la vida va a ser eso, si la cadena perpetua viene sin las dos horitas de hotel por semana por buena conducta, y está todo mal y ya no hay más mujeres en el mundo, creo que también me podría adaptar a que me rompan el culo.

CHIRI —Sí. Lamentablemente.

HERNAN —Lamentablemente o no. Yo no tendría el prejuicio de decir “oh, me van a romper el culo todo el tiempo”; no voy a llorar por eso toda la vida. Además, quién te dice que no me guste... ¡Pero si es todo lo que hay! No hay más nada que eso.

Si a vos te dicen que la única posibilidad que te queda en tu carrera poética es el soneto, la cárcel del soneto, no tenés por qué perder el tiempo manifestando a favor del verso libre. Hay que tratar de hacer el mejor soneto del mundo, pasarse las noches intentando buenos sonetos. Sonetos que, con la experiencia que da la práctica y la pasión, puedan leerse de corrido y parezcan verso libre.

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