11 de agosto de 2010

Erre que erre

El Ministerio de Sanidad acaba de publicar los datos (actualizados a 20 de julio) de las recetas facturadas y el gasto farmacéutico en el territorio nacional. Si observamos el caso de nuestra modélica comunidad autónoma, nos damos cuenta de que aunque el gasto medio por receta facturada ha decrecido un 2'73%, el gasto farmacéutico a través de receta oficial ha aumentado un 2,32%. Esto último está influenciado por un aumento del 5,10% en la emisión de recetas (lo que nos sitúa por encima de la media nacional).

Conclusiones:
- Que emitimos recetas un poco más baratas... pero recetamos más.
- Causa y consecuencia de lo anterior: pese a que no se consideran variaciones poblacionales acaecidas en las respectivas comunidades, medicamos más que la media nacional. Lo cual significa que, si la prescripción sigue una distribución normal y los criterios de medicación son estandarizados en base a la evidencia científica disponible (sic), estamos polimedicando y/o sobremedicando. Sólo así se explica ese aumento.
- Que las medidas gerenciales de obligar a prescribir por principio activo no han supuesto una corrección del gasto; lo que sí han supuesto es una limitación de la libertad del médico a la hora de prescribir. (Y que nadie se me alarme: yo defiendo los genéricos y la prescripción por principio activo).

No hay que perder de vista una cosa: lo que "los pobreticos" de Farmaindustria y los productores/distribuidores de medicamentos (en nuestra Región: HEFAME) han percibido como un ataque a su negocio por parte del Ministerio, ha supuesto una reducción del gasto medio por receta. Eso es incontestable. Y es, al parecer, el único dato "positivo" de cuantos se exponen en las tablas. Ahora bien: se trata sólo de medidas temporales, con fecha de caducidad, y su efecto no será sostenido en el tiempo. Si sumamos a esto la clara tendencia de crecimiento del gasto (y, por ende, del endeudamiento), no queda otra conclusión posible: alguien está haciendo muy mal su trabajo.

Lo que sí aconsejo a la Gerencia es que esté más pendiente de contratar sustitutos y de que los residentes cobren las guardias realizadas. En este ambiente de "des-afección" entre los trabajadores y los mandamases, no conviene cabrear a la mano de obra que te saca las castañas del fuego en los servicios de Urgencias de los tres grandes hospitales de la Región. Toda vez que se ha probado que el espíritu coercitivo de las medidas de presión adoptadas por la Gerencia (fiscalizar las derivaciones/interconsultas, usar sustitutos por horas, etc) son totalmente ineficaces para contener el gasto sanitario total, y el farmacéutico en particular, no queda otra que exigir responsabilidades.

Por cierto: que se reduzca el gasto por receta no significa que prescribamos mejor. Que miren la lista de fármacos del informe de alta de cualquier paciente que salga de Urgencias, por si no ha quedado claro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Abenza,

Te voy a contar mi experiencia personal, por si te sirve de ayuda.
He trabajado de farmacéutica en Inglaterra durante 4 años. Los pacientes crónicos tienen asignadas citas con su médico de AP una vez al año. Si requieren una cita previa por alguna urgencia o simplemente por una consulta es obvio que se la dan. El Sistema Sanitario Británico(NHS) tiene implantado un sistema por el que son las ADMINISTRATIVAS los que imprimen las recetas de los pacientes con medicación para 3 meses máximo. La administrativa le hace llegar las recetas al médico que esté de guardia en el Centro de Salud (que no tiene porqué ser el médico de cabecera de ese paciente). El médico comprueba a través del sistema que la información facilitada es correcta y simplemente firma y sella las recetas. Ni siquiera tiene que ver al paciente, a no ser que algo no cuadre.
Al cabo de los 3 meses, el paciente vuelve a requerir al Centro de Salud la medicación necesitada.
El 90% de las recetas emitidas son de genéricos (y la gente está concienciada a pedir genéricos en las farmacias). El Departamento de Salud de cada Región decide periódicamente y por consenso los medicamentos de cada grupo que pueden prescribir los médicos, en función de la relación efectividad/precio, dejando siempre un pequeñísimo margen para alternativas a lo establecido.

En definitiva, el sistema funciona, es ágil y no consume muchos recursos económicos. No se vende en farmacias absolutamente nada que requiera receta sin ella (como mucho se da medicación para 3-5 días en espera de conseguir receta). Y los pacientes te piden Paracetamol en lugar de Efferalgan, o Ibuprofeno en lugar de Espidifen

Un saludo

Laura

J.Abenza dijo...

La experiencia que escribes es lógica, racional y eficiente. A ver si en un par de días te lo puedo matizar (ahora mismo tengo la casa medio inundada), pero te doy las gracias por exponernos una situación tan distinta a la española.

Saludos ;)

J.Abenza dijo...

Te apunto el matiz que quería hacerte el otro día.

Hay veces, bastantes veces, en las que las citas para obtener "vales descuento" (recetas) suponen una burocratizaión de la atención primaria (AP). Pero también hay oportunidades a explorar en esas citas: aprovechar para preguntar por episodios pendientes en su HCE, realizar screening de HTA, etc.

Naturalmente, el equilibrio es imposible y la balanza se inclina ineludiblemente al lado de la burocracia. Y ese es el problema, que no logramos "explorar" otras posibilidades en las citas burocráticas y eso hace que nuestro trabajo se mecanice, mermando la calidad asistencial... que no la satisfacción del paciente: quien viene sólo a por recetas sólo quiere recetas. Y ese es otro gran caballo de batalla: derribar la imagen del médico de AP como expendedor de vales descuento y certificados en general. Pero ese es otro tema.

Saludos y gracias de nuevo por el aporte.