¿Cómo diantres llegó alguien a la conclusión de que esos granos de sabor desagradable podían secarse, molerse hasta hacer harina, añadirles agua y sal, meterlos en un horno y sacar un chusco de pan?
Piensa en el café, el vino y los licores, las hierbas fumables..., cosas todas ellas ordinarias que un día requirieron de una acción u omisión extraordinaria. Probablemente lo que se pretendía era, en la mayor parte de los casos, algo diferente.
Consumimos errores.
¿Habitamos en una civilización fruto del error?
Con toda certeza, sí.
Privatizar mata
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La semana pasada el grupo socialista presentó en el Congreso una iniciativa
legislativa (proposición no de ley) a modo de reconocimiento de la figura
de Er...
Hace 1 día


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