La estrategia de los dirigentes de la derecha española para recuperar el poder resulta cada día más explícita. Buscan ganar el 7 de junio sobre una abstención general para solventar las dudas internas e imprimir músculo a su aparato de movilización...
...Pretenden consolidar los efectos de la crisis como palanca para desalojar a los socialistas del poder. Y maniobran sin tapujos para intimidar a quienes se resisten a tapar sus vergüenzas, sean jueces o sean medios de comunicación en el ejercicio de sus responsabilidades.
A Montoro se le ha vuelto a escapar. “Llegaremos al 4% de recesión y pasaremos de los cinco millones de parados”. “Lo tenemos al alcance de la mano”, ilustraba recientemente. No es un diagnóstico. No es un análisis previo a un catálogo de propuestas positivas. Es un deseo y una plegaria. Quieren crisis, quieren paro, cuanto más mejor, porque pretenden servirse del sufrimiento y la frustración de quienes padecen sus peores efectos para provocar un vuelco electoral. Tan simple como esto.
Por eso no proponen ninguna medida concreta, más allá de simples enunciados sin contenido, como aquello de las “reformas estructurales” que repite Rajoy. Por eso cuestionan y boicotean las medidas que plantea el Gobierno. Trivializan los esfuerzos del ICO por recuperar la circulación crediticia entre las pequeñas y medianas empresas, cuando saben que la confianza es un factor crucial para su éxito. Zancadillean las inversiones públicas a través del Plan de Infraestructuras (PEIT), denunciando el aumento lógico de la deuda; y hacen lo mismo con los planes de inversión local, caricaturizando los carteles anunciadores.
Boicotean la eliminación en 2011 de las deducciones fiscales para rentas altas en la adquisición de vivienda, aumentando las deducciones autonómicas en Madrid. Y ellos saben que esta medida es necesaria para impedir que vuelva a inflarse una nueva burbuja inmobiliaria, enriqueciendo a unos pocos a costa del desastre general. Y ellos saben que esta medida es imprescindible para encauzar el ahorro privado hacia sectores más productivos, y para equilibrar la propiedad y el alquiler en nuestro mercado de vivienda, y para aliviar el stock formidable de pisos sin vender. Dicen que así se asfixia a las clases medias mayoritarias. Pero ¿qué clases medias están por encima de la renta de 48.000 euros anuales por pareja que quedarían sin esta deducción fiscal? Las dos terceras partes de la población tributan por debajo… Además hay otras ayudas…
Boicotean también las ayudas para la adquisición de automóviles no contaminantes, con precio inferior a 30.000 euros y con la obligación de desguazar el coche viejo. Saben que es preciso para sujetar una industria vital en España, que aloja miles y miles de puestos de trabajo, que exporta el 90% de su producción, que es líder en desarrollo tecnológico. Pero el Gobierno del PP en Madrid no colabora. Eso sí, mantiene las rebajas en el impuesto de matriculación, incluidos los vehículos de lujo y los más contaminantes.
No les gusta la generalización de los ordenadores en las aulas educativas. Esto al menos es coherente. En el Debate sobre el Estado de la Nación, Rajoy acusaba a los diputados socialistas de no saber leer. Esta ha sido una coartada tradicional en la derecha española para la detentación “natural” del poder por su parte. Y el analfabetismo del siglo XXI es el analfabetismo digital. Que aprendan solo sus hijos…
Tampoco han respaldado en el Parlamento las propuestas para acabar con los paraísos fiscales, para terminar con el secreto bancario y con la opacidad que permite a criminales, estafadores y defraudadores de impuestos robar hasta un tercio de la riqueza mundial que podría dedicarse a eliminar definitivamente el hambre y la miseria en todo el planeta.
“No a todo”. Este fue el lema de una vieja amiga del PP en Madrid. La derecha es constante. Y sólo hay un medio de ganarla en democracia. Votando. El día 7 es la cita.
Fuente: Rafael Simancas, Congreso de los Diputados.
Fuente: Rafael Simancas, Congreso de los Diputados.
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