29 de junio de 2011

Fin de etapa.

Así es la vida. Tanto tiempo sin escribir en este blog y tantas ganas de volver a hacerlo, pero entre medias han ocurrido muchas cosas que me han dejado sin tiempo para ello.

He perdido a mi abuelo, a quien yo mismo ingresé; a quien le dijimos eso de no hay nada que hacer. Yo mismo tuve que indicar, tres semanas después su llegada, que se limitase el esfuerzo terapéutico. Porque aquello no era vida ni muerte en vida, era agonía. Para él, para su mujer y para su gran familia. Reconforta saber que le dio tiempo a despedirse de todo el mundo y que murió en paz, sonriendo. Para él fue importante que su nieto estuviese presente en este viaje y para mi fue un placer acompañarle hasta el puerto. [Nene, dos monedas al barquero]

He realizado mi primer portafolio: mucha reflexión sobre lo aprendido y lo desaprendido este año, lo hecho y lo evitado, lo meditado y lo obviado, lo que suma y lo que resta en este camino al futuro en el que cada paso es presente. Ni siquiera he mirado la calificación (lo haré). Ni siquiera lo he recogido (lo haré en breve). No tengo gran interés por saber lo que habrán opinado los técnicos de salud, la importancia se la doy a mi(s) tutor(es), que me guían; a mis compañeros, con quienes trabajo (excelente promoción); y a mis pacientes, porque una vez que entran son míos y en mis manos dejan su problema. Son los jueces más severos y los más benévolos. [Sólo por ellos y con ellos se es médico, señorías]

He batido mi marca personal al hacer cuatro guardias y media en nueve días, dos de ellas sin librar. Durante cinco días prácticamente viví en el hospital. Me costó una neumonía, es cierto, pero el esfuerzo mereció la pena porque...
 ...me permitió participar en una campaña electoral preciosa y darme cuenta de lo maravilloso que es mi pueblo.  Hemos desarrollado una campaña pulcra, eficiente y participativa. Hemos puesto nuestra organización al servicio de los vecinos. Nuestra presencia en las redes sociales ha sido impresionante y hemos contagiado nuestra ilusión a jóvenes y mayores. Nos hemos sobre-expuesto a la opinión pública y "aún así" hemos ganado las elecciones locales (aquello de #dalelavuelta se nos quedó corto). Somos "la Galia" de un mapa teñido de azul. [Están locos esos romanos...]

He asistido a mi primer congreso nacional, en Zaragoza. Me he convencido plenamente de que éstos no sirven más que para justificar el patrocinio de farmaindustria. Es un formato que acabo de conocer pero ya se me antoja caduco, elitista e innecesario, más propio de la jet set que de trabajadores, por muy especialistas que algunos sean. Un gasto tremendo a pagar con favores, y yo no juego en esa liga, y menos viendo las penurias que viven los que, con sus impuestos, pagan la factura del gasto en farmacia, que somos todos los ciudadanos de este país con cinco millones de parados. Un congreso que se dice sanitario pero que ni siquiera sirve para generar riqueza que revierta en la salud de la ciudad que lo organiza; todo está perfectamente 'circuitado' para que el dinero fluya entre quienes manejan el cotarro. Respecto a la divulgación científica: hay trabajos 'ombliguistas' que restan luminosidad a los que de verdad aportan calidad asistencial; otros sólo son material pornográfico para onanistas mentales. Y del apellido de la especialidad (medicina Familiar y "Comunitaria") sólo queda una mesa -obviando la del PACAP- que fue la de Rafa Cofiño, despectivamente llamada "la mesa de los rojos". Esa es la cuota de respeto que la mayoría de compañeros reservan a la C de MFyC [un trípode de dos patas no se sostiene].
Por cierto, buenísima la mesa: muchas mentes lúcidas y verdades como puños, porque los responsables de las desigualdades en salud tienen nombres y apellidos. La única mesa abierta y conectada al mundo extramuros, pues todo lo demás de un supuesto congreso "abierto" no fue más que una tergiversación interesada de un modelo de relación (médico-sociedad) unidireccional, paternalista y elitista contaminado de ese buenrrollismo dospuntocérico que tanto abunda hoy día.. Cuatro paredes y un atril. Déjeme su credencial. [Ya lo decía el chino: Open your mind]

He despedido a mi R4, la Dra T, gran persona y mejor profesional. Con ella aprendí lo que es la residencia: he comido con ella, he investigado con ella, he hecho guardias, he pasado consulta, he estudiado,  he viajado, he festejado, he padecido y he celebrado con ella. Para mi no es una más, es mi R mayor. No hace falta que le desee suerte porque a poco que la vida le conceda la más mínima posibilidad, demostrará la gran médico en que se ha convertido. I love you, morena. Te voy a echar de menos ;)
Por otro lado, he pasado de ser "el R pequeño de un R2" a ser "el R mayor de un R1". En el centro de salud tengo el placer de tener como nuevo residente al señor Barbas, compañero de clase (a mi tutor sólo le damos disgustos: de cuatro residentes que han entrado, le viene a escoger el único hombre del grupo). En Medicina Interna ya somos "uno más". En Urgencias ya venían tratándonos como a los R2 desde hace meses pero ahora, además, tenemos a un R1 a nuestro cargo. Y es apasionante -porque eres su "referencia"- a la par que apabullante, porque tienes en mente sus pacientes y los tuyos y porque ahora eres responsable de que él lo haga bien, lo cual te exige más dedicación. Pero es algo fascinante, que otra persona aprenda contigo es algo impagable. [Lo llaman "educación para adultos"].

Me he cortado el pelo. No es frivolidad el decirlo: llevaba melena desde hace tres años. El quitarme de encima esa 'carga' tenía cierto significado místico. Una etapa maravillosa que termina, una nueva etapa que comienza. Es normal que no lo comprendas, no es mi intención, pero estás invitado al viaje.

Comienza julio. Nos vemos a la vuelta de vacaciones.